Estamos en junio y ya están en marcha las nuevas medidas de control fiscal anunciadas para este año. Como en ejercicios anteriores, la Agencia Tributaria ha introducido nuevas herramientas que le permiten tener mayor visibilidad sobre las actividades sujetas a tributación de los ciudadanos, especialmente en el ámbito digital.
Una de las novedades más relevantes es el modelo 238, que refuerza la supervisión de las operaciones en plataformas de compraventa de segunda mano o alquileres entre particulares. Además, los pagos por Bizum también están bajo el radar. El objetivo declarado es claro: combatir el fraude fiscal y asegurar que todos los ingresos generados en el entorno digital sean correctamente declarados.
Pero, ¿hasta qué punto este nivel de vigilancia es realmente beneficioso para el contribuyente?
El control de las plataformas digitales: Wallapop, Airbnb y más en el punto de mira
Muchos hemos vendido alguna vez en Wallapop o Vinted sin pensar demasiado en su impacto fiscal. Sin embargo, si se han realizado más de 30 ventas al año o se han superado los 2.000 euros de ingresos, estas operaciones deben incluirse en la declaración de la renta. Esta obligación también alcanza a quienes alquilan viviendas en Airbnb o vehículos entre particulares, sin importar el importe total obtenido.
Plataformas como Amazon, OnlyFans o cualquier otra que permita generar ingresos están ahora obligadas a reportar la actividad de sus usuarios mediante el modelo 238 (Declaración informativa para la comunicación de información por parte de operadores de plataformas). Es decir, Hacienda ya no dependerá únicamente de lo que declare el ciudadano: las plataformas enviarán directamente la información.
En concreto, deberán comunicar, entre otros datos, el titular de la cuenta en la que se abona la contraprestación, el total ingresado por trimestre y el número de actividades realizadas.
Bizum también bajo el radar
El control fiscal no se limita a las grandes plataformas. Los pagos a través de Bizum también son motivo de atención para Hacienda, especialmente cuando superan ciertos límites. Aunque los pagos puntuales entre amigos o familiares no presentan problema, recibir ingresos frecuentes o elevados puede levantar sospechas.
Si un contribuyente recibe más de 10.000 euros anuales por Bizum, la entidad bancaria debe informar a Hacienda. Pero incluso cantidades menores pueden ser objeto de revisión si los movimientos son constantes y no tienen justificación aparente. Usar Bizum para cobrar ventas sin declarar o como medio de pago para actividades económicas no registradas puede acarrear sanciones.
Los aspectos positivos: transparencia y equidad fiscal
La economía digital ha sido durante años terreno fértil para transacciones fuera del radar fiscal. Las nuevas medidas buscan garantizar que todos contribuyan de forma justa, evitando ventajas indebidas.
Además, el cruce automático de información entre plataformas y la Agencia Tributaria permite una actuación más rápida y eficiente ante posibles irregularidades. En un entorno digitalizado, es lógico que el sistema fiscal se adapte a las nuevas realidades económicas.
Las preocupaciones: privacidad, equidad y burocracia
No obstante, este nivel de control genera dudas legítimas. Muchos ciudadanos realizan actividades puntuales —como vender un mueble usado o alquilar una habitación unos días— sin tener conocimientos fiscales avanzados. Si la normativa no va acompañada de información clara, se corre el riesgo de sancionar a personas que actúan de buena fe.
También surge el debate sobre si se está aplicando el mismo nivel de exigencia a grandes corporaciones y fortunas que a los contribuyentes medios. La percepción de un control excesivo sobre autónomos y pequeños ingresos puede alimentar una sensación de desigualdad.
Y no menos importante es la cuestión de la privacidad. Automatizar la vigilancia fiscal puede derivar en errores o interpretaciones inadecuadas. La transparencia es clave, pero ¿hasta qué punto debe Hacienda tener acceso a cada pequeño movimiento financiero?
Conclusión: una línea muy fina entre el control y el exceso
Las nuevas medidas fiscales reflejan una evolución natural del sistema ante los retos digitales. Pero su aplicación debe ser proporcionada, clara y respetuosa con los derechos de los ciudadanos.
Mientras algunos celebran el avance hacia una mayor justicia fiscal, otros ven en esta tendencia un riesgo de vigilancia excesiva. La clave estará en cómo se gestionan estas herramientas y en si realmente se garantiza un trato justo y equitativo para todos los contribuyentes.
¿Estamos avanzando hacia un sistema fiscal más justo o hacia una supervisión sin límites?
Rafael Guerrero
Manager Business Services
rgy@uhy-fay.com